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    Hace 8 años

viernes, 24 de julio de 2009

Alquimia...

El conocimiento de la verdad detrás de la “verdad”
Se conoce por la historia de grandes genios conocidos como alquimistas en la antigüedad capaces de trasmutar cualquier metal en oro y de curar enfermedades con una simple receta pero, ni la química moderna ha sido capaz de igualar esta práctica ya “desaparecida”; ya que carecen de fundamentos y mecanismos para lograr efectos como los que lograba un gran alquimista con pocos instrumentos y con métodos muy convencionales, entonces esto nos lleva a la pregunta: ¿Cómo lograban obtener todo esto los alquimistas?.
He conocido muchos relatos y manuscritos en donde muchos alquimistas explican sus recetas y en donde en otros simplemente nos cuentan las historias de cómo lidia un león contra un caballero o con un dragón verde, que no son más que relatos que buscan ocultar la alquimia atreves de códigos en la escritura; no estoy seguro acerca de lo que signifiquen todos los códigos alquímicos ni he logrado descifrar un libro por completo, pero de lo que estoy seguro es que todos los libros, tratados y manuscritos llevan a una idea en común, y es por eso que la deseo compartir contigo de una manera directa y tratando de ser lo más claro y breve en cuanto sea posible.

Existen cientos de libros de alquimistas que tratan sobre la perfección de un material en todos los aspectos para obtener el material perfecto, también conocido como la piedra filosofal, un material que no se corrompe con nada, multiplicable, benéfico y adaptativo para cualquier situación que se requiera; para perfeccionar este material se debe equilibrar lo que los alquimistas llaman lo Masculino y Lo Femenino, ya que los elementos solo poseen un “sexo” y solo la piedra filosofal adquiere los dos, referido en muchos casos como la mezcla entre el oro de los sabios (masculino) y el mercurio de los filósofos (femenino), pero para llegar a esto el elemento debe pasar a relacionarse con diversos elementos y fases como mezclas con azufre a altas temperaturas; o la volatilidad frente a elementos como el salitre hasta llegar al punto en que el elemento sea tan fuerte y puro que nada logre que corromperlo.
Pero ningún alquimista logro la piedra filosofal hasta que salió del laboratorio y en caro su vida, miro todo lo que lo rodeaba y lo que lo atraía, en este momento fue cuando se sintió como si fuese uno de sus elementos con los que experimentaba en su laboratorio, se veía “explotar” en circunstancias de discordia con otras personas, se vio mezclado con otras personas por simple atracción, pero reconoció que en su interior algo había cambiado, notando como su comportamiento no lo llevaría a su propósito deseado y fue ahí cuando comprendió como lograr trasmutar un elemento que en fin de cuentas, lo que estaba aprendiendo era a trasmutar su realidad y que así como el decide explotar o engancharse con una relación así mismo lo podía lograr con los elementos que trabajaba, y fue aquí cuando entendió la verdadera función y tarea de un alquimista, ser su propio guía para trasmutar su realidad y lograr todo lo que pueda llegar a pensar, siguiendo el orden establecido por su superior a cargo, conocido por algunos como Dios.


Es así como he interpretado la alquimia, es lo que quise compartir contigo de corazón y espero te haya servido, ahora es cuestión tuya de aprender a trasmutar si deseas ser alquimista, si te preguntas: “¿Cómo hacerlo?”, te daré una pista, busca la verdad, detrás de la verdad, todo posee un significado mas allá de su existencia y es desde esta base desde donde se empieza a trasmutar; después de todo esas son las fases de la trasmutación conocimiento, descomposición y recomposición.
*Carlos Felipe Saldarriaga. Palmira – Colombia.
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martes, 14 de julio de 2009

Creación de los Cambios...



Ponga en funcionamiento su conciencia de sí
Piense cosas que le hagan feliz. Haga cosas que le gusten. Esté con gente que sea de su agrado. Coma cosas que hagan que su cuerpo se sienta bien. Muévase con un ritmo que sienta que le beneficia.



La plantación de semillas
Piense un momento en una tomatera. Una planta sana pue­de cargar más de un centenar de tomates. Para conseguir una planta así, es necesario empezar por una semillita seca, que no se parece en nada a una tomatera, ni sabe segura­mente a tomate, y que si usted no la conociera, ni siquiera creería que puede convertirse en una planta de tomate. Sin embargo, supongamos que planta la semillita en un poco de tierra buena, empieza a regarla y deja que le dé el sol.
Cuando aparece el primer tallito, usted no le da un piso­tón, diciendo que eso no es una tomatera; más bien lo mira y se alegra. «¡Qué bien, ya está saliendo!», dice, y lo mira cre­cer con deleite. Lo mismo pasa cuando usted quiere crearse una experien­cia nueva. La tierra es la parte subconsciente de su mente. La afirmación nueva es la semilla. La nueva experiencia está, en su totalidad, en esa semillita. Usted la riega con afirmaciones, deja que se bañe en el sol de sus pensamientos positivos, lim­pia de malezas el jardín arrancando las ideas negativas que se le ocurren.

Ejercicio: La creación de nuevos cambios
Ahora es el momento de que tome la lista de co­sas que no le gustan de usted y las exprese en for­ma de afirmaciones positivas.
O también puede enumerar todos los cambios que quiere realizar, y las cosas que quiere tener y hacer. Después, elija tres puntos de la lista, y expréselos como afirma­ciones positivas.
Supongamos que su lista negativa era más o menos así:
Mi vida es un caos.
Tendría que rebajar de peso.
A mí nadie me quiere.
Quiero mudarme.
Mi trabajo me enferma.
Debería organizarme.
No hago lo suficiente.
Yo no sirvo para...

A todo esto se le puede dar la vuelta
de mane­ra que suene más o menos así:
Quiero liberarme del modelo mental que creó todas estas condiciones.
Estoy en el proceso de hacer cambios positi­vos.
Tengo un cuerpo sano y esbelto.
Dondequiera que voy me quieren.
Tengo una vivienda perfecta.
Me estoy creando un estupendo trabajo nuevo.
Ahora me organizo muy bien.
Todo lo que hago me da placer.
Me amo y me apruebo sin reservas.
Confío en que el proceso de la vida me dé lo que es mejor para mí.
Me merezco lo mejor, y ahora mismo lo acepto.

De este grupo de afirmaciones provendrán to­das las cosas que usted quiere cambiar en su lista. Al amarse y aprobarse se creará un espacio de se­guridad y confianza en que la aceptación de sus méritos permitirá que su peso corporal se norma­lice. Estas afirmaciones generarán la organización en su mente, crearán en su vida relaciones de amor, le atraerán un trabajo nuevo y un nuevo lu­gar donde vivir. Es milagroso cómo crece una to­matera. Es milagrosa la forma en que podemos hacer que nuestros deseos se manifiesten.
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CONSTRUCCION DE LO NUEVO I... Louise L.Hay

Aquello en que uno fija la atención es lo que obtienes.
¿Con cuánta frecuencia se ha lamentado usted de lo que no quería? Y esa actitud, ¿le trajo alguna vez lo que en rea­lidad deseaba?. Combatir lo negativo es una total pérdida de tiempo, si lo que usted realmente quiere es llevar a cabo cambios en su vida. Cuanto más insista en lo que no quiere, tanto más estará creándolo. Lo más probable es que las cosas que siempre le han disgustado, aún sigan formando parte de usted o de su vida.
Aquello en que se fija la atención es lo que crece y se consolida. Apártese de lo negativo para fijar la atención en aquello que realmente quiere ser o tener.


Las afirmaciones
Aprenda a usar afirmaciones positivas tanto al hablar como al pensar. Cualquier enunciado que usted formule es una afirmación, pero con demasiada frecuencia para pensar nos valemos de afirmaciones negativas, que sólo sirven para continuar creando aquello que decimos que no queremos. Con afirmar que su trabajo le enferma no llegará a ninguna parte, pero si declara que acepta un trabajo nuevo y estu­pendo abrirá, en su conciencia, los canales necesarios para crear esa situación.
Formule continuamente enunciados positivos sobre có­mo quiere usted que sea su vida, pero no olvide un punto muy importante: Formule siempre sus enunciados en tiempo presente. Diga «soy» o «tengo». Nuestra parte subconscien­te es un servidor tan obediente que si formula uno su decla­ración en tiempo futuro, diciendo «quiero» o «tendré»... pues ahí será donde siga estando siempre lo que desea: ¡En el futuro, fuera de su alcance!.


El proceso de amarse a sí mismo
Tal como ya dije, no importa cuál sea el problema, el pun­to principal sobre el que hay que trabajar es amarse a sí mis­mo. Ésa es la «varita mágica» que disuelve los problemas. ¿Recuerda las veces que se ha sentido bien consigo mismo y con su vida?. ¿Recuerda los momentos en que estaba enamo­rado, los períodos en que parecía que no tuviese ningún problema?. Bueno, pues amándose a sí mismo consigue uno hacer aflorar tal caudal de buenos sentimientos y de buena suerte que termina sintiéndose como si bailara en el aire. Amarse a sí mismo es lo que hace que uno se sienta bien.
Entrenar la mente
Censure sus actitudes que hagan que se resista al cambio.¡No haga caso de esos pensamientos negativos y siga adelante con el importante trabajo que tiene entre manos!

Mírese en el espejo y diga:
«Me amo y me acepto exactamente tal como soy».


Ejercicio: Me acepto y me apruebo
He hecho hacer este ejercicio a cientos de perso­nas, y sus resultados son estupendos. Durante todo un mes, dígase continuamente: «Me acepto y me apruebo».
Hágalo por lo menos trescientas o cuatrocien­tas veces al día. No, no son demasiadas. Cuando usted se preocupa por algo, vuelve a acordarse de su problema por lo menos otras tantas veces; aho­ra, deje que la frase «Me acepto y me apruebo» se convierta en un mantra, en algo que usted se dice y se repite interminablemente, casi sin pausa alguna.


Le garantizo que esta frase es infalible para ha­cer aflorar a la conciencia todo lo que uno man­tiene sepultado en sus profundidades, y que se opone a esta afirmación.
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viernes, 3 de julio de 2009

ACERCA DE LAS RELACIONES...

La vida es una interdependencia. Nadie es independiente, ni por un momento puedes existir solo. Necesitas que toda la existencia te apoye a cada momento en cada inspiración y espiración. No es una relación, la vida es una total interdependencia. Recuerda, no estoy diciendo que sea dependencia, porque la idea de dependencia sugiere que eres independiente. Si somos independientes entonces la dependencia es posible. Pero ambas son imposibles; la vida es una interdependencia.
¿Tú que crees? ¿Son las olas independientes del océano, o dependen del océano? Ni lo uno ni lo otro es verdad. Ni son independientes ni dependientes. El océano no puede existir sin las olas y las olas no pueden existir sin el océano. Son totalmente uno, es una unidad. Y así es toda nuestra vida. Somos olas del océano cósmico de la consciencia.
Eso significa que el amor puede tener tres dimensiones.
Una es la dependencia; que es lo que le pasa a la mayoría de la gente. El marido depende de la esposa, la esposa depende del marido; se explotan mutuamente, se dominan el uno al otro, se poseen el uno al otro, se reducen el uno al otro a una mercancía. En el noventa y nueve por ciento de los casos, eso es lo que está pasando en el mundo. Es por eso que el amor, que puede abrir las puertas del paraíso, sólo abre las puertas del infierno.
La segunda posibilidad es la del amor entre dos personas independientes. Ocurre de vez en cuando, pero esto también trae miseria, porque conlleva un conflicto constante. No hay forma de cambiarlo; ambos son tan independientes que ninguno está dispuesto a comprometerse, a ajustarse al otro. Los poetas, artistas, pensadores, científicos, los que viven en cierta independencia, por lo menos en sus mentes, son gente con la que es imposible vivir; son gente excéntrica, difícil vivir con ellos. Dan libertad al otro, pero su libertad se parece más a la indiferencia que a la libertad, parece como si no se preocuparan, como si no les importara. Se dejan el uno al otro en sus propios espacios. La relación parece ser sólo superficial; tienen miedo de profundizar el uno en el otro, porque están más comprometidos con su libertad que con el amor, y no se quieren comprometer.
Y la tercera posibilidad es la interdependencia. Raramente ocurre, pero cuando ocurre una parte del paraíso desciende sobre la Tierra. Dos personas, ni independientes ni dependientes, sino en una tremenda sincronicidad, como si respiraran el uno por el otro, un alma en dos cuerpos; cuando esto ocurre, ha ocurrido el amor. Sólo a esto se le puede llamar amor. Las otras dos no son verdadero amor, no son más que arreglos: sociales, psicológicos, biológicos, pero arreglos. La tercera es algo espiritual.

OSHO - Los Misterios de la Vida.
(ACERCA DE LAS RELACIONES)