La meditación significa ser uno mismo, y el amor significa compartir el propio ser con otra persona. La meditación os da el tesoro, y el amor os ayuda a compartirlo. Estas son las dos cosas más básicas, y todo lo demás no es esencial.
Hay una antigua anécdota acerca de tres viajeros que llegaron a Roma. Fueron a ver al Papa, quien le preguntó al primero: «¿Cuánto tiempo te vas a quedar?». El hombre respondió tres meses. El Papa dijo: «Entonces podrás ver bastante de Roma». En contestación al tiempo que iba a quedarse el segundo viajero, repuso que solo podía permanecer seis semanas. El Papa comentó: «Entonces podrás ver más que el primero». El tercer viajero anunció que únicamente podría quedarse dos semanas en Roma, a lo que el Papa indicó: «Eres afortunado, porque serás capaz de ver todo». Quedaron desconcertados... porque no entendían el mecanismo de la mente. Pensadlo; si tuvierais una vida de mil años, os perderíais mucho, porque no dejaríais de postergar cosas. Pero como la vida es corta, uno no puede permitirse el lujo de posponer. Sin embargo, la gente lo hace... y a su propio riesgo. Imaginaos que alguien os dijera que solo os queda un día de vida. ¿Qué haríais? ¿Seguiríais pensando en cosas innecesarias? No, lo olvidaríais todo. Amaríais, rezaríais y meditaríais, porque únicamente os quedan veinticuatro horas. No postergaríais las cosas verdaderas, las cosas esenciales.
Día a Día, 365 Meditaciones para el aquí y el ahora ...OSHO-
No hay comentarios:
Publicar un comentario